Don Bosco fue un hombre práctico y emprendedor, un trabajador incansable y creativo que comprometió todas sus energías en un vasto proyecto apostólico para la educación humana y cristiana de los jóvenes.
Seguro de ser llamado por Dios a esta misión, fundó oratorios, escuelas, talleres; encontró trabajo para los jóvenes; se comprometió en la evangelización de las clases populares y en las misiones.
Para realizar su proyecto apostólico implicó a muchos laicos, hombres y mujeres, unidos en una asociación: los Salesianos Cooperadores.
Elaboró una regla de vida espiritual, sencilla pero rica en contenido. Un espíritu característico, el de los Salesianos, que expresa y subraya de modo especial algunos valores evangélicos: fuerte caridad pastoral, dinamismo juvenil, sentido de la Iglesia, espíritu de familia, optimismo, alegría.