Lectio Divina 3 DOMINGO DE ADVIENTO 2016

1. Lectura y comprensión de la Palabra: Lucas 1,39-45


Contexto


La fe profunda de María se concreta en sus actos de caridad. El encuentro de las dos madres es, sobre todo, el encuentro de los dos hijos. Juan, por boca de su madre, anuncia que Jesús es el Señor. Este título surgió entre los cristianos como una expresión de su fe en el resucitado. Aquí se anticipa al nacimiento. Recordemos que Lucas es un creyente que no conoce a Jesús personalmente. Lo conoce a través de la fe. Para él, Jesús es siempre «el Señor».

Abrámonos a la Palabra preparándonos para acoger dentro de nosotros a Jesús en esta Navidad y poder transmitirlo con nuestro testimonio a las familias, a los Centros locales de los Cooperadores Salesianos y Federaciones de Exalumnas/os.


2. MEDITATIO


39-40 Se fue con prontitud


Cuando María pide explicación al mensaje que escuchó, el ángel le responde de dos formas diferentes: por un lado le asegura que su hijo será fruto del Espíritu, y, en segundo lugar, le comunica que Isabel, ha concebido un hijo en su vejez (Lc 1,34 a 37).
María acepta la señal sin dudar y se apresura a visitar a su pariente.

Sale de su casa para ir a ayudar a quien necesita ayuda. De Nazaret a las montañas de Judea hay, más o menos, un centenar de kilómetros.

Lucas destaca la prontitud de María para el servicio: El Israel fiel que vive lejos de la influencia de la capital, en Nazaret de Galilea, va a ayudar al judaísmo oficial, «Judá», el nombre de la tribu en cuyo territorio se encontraba Jerusalén, la región en la que un día el niño que lleva dentro de sí será rechazado y condenado a muerte (Lc 1,39). Como el ángel «entró» en su casa y la «saludó» con el saludo divino, María «entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.» De mujer a mujer, de mujer embarazada a mujer embarazada de la que será la Madre de Dios a la que será la madre del Precursor.

41 En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno

Lucas vincula desde el principio el destino del Bautista con el de Jesús, indicando al mismo tiempo, las grandes diferencias. Al recibir la visita de Jesús, ya concebido, Juan se alegra en el vientre de su madre; su alegría condensa la alegría del auténtico Israel que se regocija con la venida de su Mesías. Es el amigo del esposo que salta de gozo por la presencia del esposo (Jn 3, 29). Isabel ensalza a su prima María que, a través de la fe, se ha convertido en el inicio de la nueva humanidad de los salvados.


42-44 Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre

Isabel representa el Antiguo Testamento que está a punto de terminar; María, el Nuevo que se inicia. El Antiguo Testamento acoge al nuevo con gratitud y confianza, reconociendo en él el don gratuito de Dios que viene a realizar y a dar cumplimiento a las esperanzas de los pueblos.

La Buena Nueva de Dios revela su presencia en una de las cosas más naturales de la vida humana, como es que dos madres se visiten para ayudarse.

El saludo de María ha comunicado el Espíritu a Isabel y al niño. La presencia del Espíritu Santo en Elizabeth se traduce en un grito profético y potente, que hoy forma parte de la oración a María.

Elizabeth habla como profetisa: se siente pequeña e indigna ante la visita de la mujer que lleva en su seno al Señor del universo. No sirven las palabras ni las explicaciones cuando se entra en la sintonía del Espíritu. El que lleva dentro de sí será el más grande de los nacidos de mujer y declara bendita entre todas las mujeres a la que será Madre del Hombre nuevo, nacido de Dios. La sintonía que se ha establecido entre las dos mujeres ha puesto en comunicación al Precursor con el Mesías. El primero está «lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre» (Lc 1:15), como le prometió el ángel a Zacarías; el Mesías es fruto del Espíritu, según el anuncio a María (Lucas 1:35).
Isabel es el símbolo de las antiguas tradiciones que han completado su camino. Como muchas de las antiguas madres de su pueblo, se nos dice que era estéril y de edad avanzada (Lc 1,6-7). Cerrada en su capacidad, la historia de los hombres se encuentra árida. Pero Dios interviene y la fecunda, Dios hace que nazca la vida en el vientre de Isabel (Lc 1,24). Juan, el fruto de su fecundidad, será la meta de todos los posibles caminos de los hombres. La historia de los hombres es incapaz de sobrepasar este límite. Isabel explota en alabanzas ante María y el Bautista, salta de gozo por el Cristo.

La obra de Dios en María ha superado todos los caminos de los hombres. Si bien, con intervención de Dios, el nacimiento de Juan era algo humano (es el hijo de Isabel y Zacarías). La concepción de Jesús es diferente; las posibilidades humanas eran insuficientes; por eso actúa el Espíritu Santo y el que nace es el mismo Hijo de Dios (Lc, 1,35). Esto significa que la historia de Dios ha entrado en nuestra historia, transformándola desde dentro.


45 ¡Feliz la que ha creído!


A diferencia de Zacarías, María creyó en el mensaje del Señor y con ella comenzó la larga lista de los que serán objeto de las bienaventuranzas. Ella dejó que el Espíritu de Dios se apoderara de su vida y la fertilizara. Es bendita «entre las mujeres», porque en ella la fecundidad de toda la historia, reflejada en la maternidad de la mujer, es asumida en la misma “fecundidad de Dios que hace nacer al Hijo en forma humana”. Todo concluye con la “bendición del fruto de su vientre” en el misterio de una fe abierta a la acogida de Jesús. Aquí termina realmente la historia antigua. Aquí comienza el mundo nuevo de la bendición de Dios.

Este es el mensaje de Lucas a la Comunidad: creer en la palabra de Dios, que tiene fuerza para realizar lo que dice. Es la Palabra que crea. Genera vida nueva en el vientre de una virgen, en el seno del pueblo pobre y abandonado que le acoge con fe. El elogio que Isabel hace a María se completa con la alabanza que Jesús hace de su madre: «Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica» (Lc 11:28).

Algunas preguntas

– ¿Qué parte del texto te ha gustado más o te ha ayudado a reflexionar?

– ¿Qué gestos, palabras e imágenes, tanto de Isabel como de María, expresan el descubrimiento de la presencia de Dios en sus vidas?

– ¿Qué es lo que causa la alegría en las dos mujeres?


ORACIÓN:

Pedimos perdón, agradecemos y solicitamos la ayuda del Señor para ser como María, disponibles para servir a los demás porque ha sabido escuchar la voluntad de Dios.

«Feliz la que ha creído». «Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.»
(Lucas 1:45; 11:28)

ACTION

Para María la fe es fuente la caridad: va a servir; para mí, la fe ¿de qué es fuente?

¿Cómo celebramos hoy la presencia de Dios en nuestra vida?


¿Dónde y cómo se da la alegría de la presencia de Dios hoy en mi vida, en la de mi familia y en la de la Asociación?